Uno descubre que el gran Ronnie James Dio no era inmortal, ni hizo un pacto con el diablo como Robert Johnson para no envejecer nunca encarnando el rock n´roll, y que pueden arrebatárnoslo dejando en infinita tristeza al mundo.
Uno descubre que su propio discurso tras tres o cuatro quiebras que no consiguen encubrirse como cortes epistemológicos porque no lo son ni por asomo no va a ninguna parte, y en vez de otro discurso prefiere bordear la contradicción principal en el cerebro una vez más, pasar el tiempo de un lugar a otro sin pensar en adentrarse en nada nuevo porque no hay nada viejo ni nuevo que hacer, simplemente de un lugar a otro visitando a las personas que valen la pena y huyendo de algo desconocido y finalmente echando de menos a Ronnie James Dio.
Uno se da cuenta de que salir de España, esa pseudoutopía, tampoco era el camino, y se queda huérfano de opciones de vida y temporalmente sin ganas de luchar otra y otra vez.
Uno presupone que no sabe si las ganas, pero el impulso retornará sin remedio cuando el próximo cabrón de esos que me asedian se ponga enfrente, y ese es mi problema mi problema mi problema, mi forma de contribución al arte y mi problema.
---------------------------------------------------------------------
Uno intuye que a Ronnie James Dio le horrorizaría que alguien que le citase intercale todo este "sentido trágico de la existencia", y acto seguido nuestro superhero del metal aparecería de pronto surcando el arcoiris para espantar las nubes negras (Like a rainbow in the dark). Porque para Ronnie James Dio querer matar siempre al dragón no es un problema, y lo que hay que decir ahora es Long Live Rock n´Roll y sentirlo también, carajo, y sentirlo.
viernes, 21 de mayo de 2010
Suscribirse a:
Entradas (Atom)